miércoles, 14 de octubre de 2009

De mayor quiero ser... el hijo de Sarko



Pues nada, lo dicho. De mayor quiero ser el hijo de Sarkozy. Un caballerete de 23 años, estudiante de 3º de Derecho y que, sin comerlo ni beberlo, va a convertirse en presidente de la EPAD, el organismo público que regula y ordena el barrio de los negocios de La Défense. De hecho, Junior sustituye en el cargo a Patrick Devedijan, actual presidente y ministro del Relanzamiento Económico, que, al cumplir 65 años, debe, por ley, abandonar el puesto.
La comparación es obvia. Patrick Devedijan llegó a la presidencia de la EPAD en el año 2007, es decir, cuando tenía 62 años si no me fallan las cuentas, tras una larga carrera como abogado, diputado, ministro, alcalde y miembro de importantes insituciones (para ampliar su biografía consultad la web de la Embajada francesa). En cambio, el pequeño Sarko, por no tener, no tiene ni experiencia laboral. Bueno, me equivoco, Junior es diputado provincial de la región de Hauts-de-Seine y concejal de la rica ciudad de Neully, de la que su padre fue alcalde durante muchos años... cargos que un joven de 23 años no suele ostentar a no ser que sea hijo de.
En fin. Que este señorito ya tiene la vida organizada y arreglada para el resto de sus días. Es más, tal y como apunta El País, este cargo puede servirle como plataforma para las regionales de marzo, donde puede que consiga una parte más grande y suculenta de pastel.

martes, 6 de octubre de 2009

La "falla" del Gürtel valenciano

ARTÍCULO de MANUEL VICENT en EL PAÍS

Como final de las fiestas de San José, en Valencia, la multitud se concentra a medianoche en la plaza del Ayuntamiento, donde está plantada la falla principal con todos sus ninots de cartón piedra, en actitud grotesca. Normalmente esos muñecos representan de forma alegórica e ingenua los males de la sociedad, de la política y de la economía, que ese año han ocupado la actualidad y que en teoría van a ser purificados en la hoguera. La fallera mayor, su corte de honor, la alcaldesa y los políticos de la ciudad con sus invitados salen al balcón de la Casa Consistorial cuando el pirotécnico está ya preparado para prender la mecha con que se inicia el espectáculo. Cualquier valenciano que esté en el secreto sabe cómo debe arder una falla para merecer el aplauso general. El fuego deberá tener un ritmo propio, un tiempo medido y un desarrollo natural, de abajo a arriba, para que todas las partes se desplomen a medida que se conviertan en ceniza. Aunque no lo parezca, alrededor de la cremá de esta falla existe una opinión pública muy rigurosa. Lo peor que puede pasarle al responsable del fuego es que la falla principal no arda con una lógica inexorable, de forma que haya ninots quemados que se resistan en caer cuando a su alrededor todo ha sido ya pasto de las llamas. Ha habido años en que todo el tinglado estaba ya en el suelo y entre el humo quedaba una trama que aguantaba en lo alto milagrosamente a unos muñecos retorcidos. El público se s iente muy frustrado y pita en señal de protesta si los bomberos se ven obligados a derribar a esos ninots recalcitrantes con las mangueras mientras suena el himno: Para ofrendar nuevas glorias a España. Lo que sucede hoy en el Gobierno de la Comunitat Valenciana se parece mucho a esa falla que no arde según la lógica. Allí unos políticos del Partido Popular quemados por el escándalo, aguantan en pie de forma patética, como figuras fantasmagóricas, dentro de la hoguera. El público de toda España, que asiste a la cremá de esta falla de la Generalitat Valenciana, no se explica por qué estos ninots sostenidos por unos extraños palitroques dentro del resplandor de las llamas, tardan tanto en desplomarse. Muchos opinan que no lo harán a menos que vengan los bomberos a derribarlos.


Y es cierto. Es del todo inexplicable entender cómo estos "ninots" siguen en pie, cómo hay gente que sigue creyendo en ellos como políticos. Estos "ninots" ya tendrían que haber caído, bien por ordenes internas de partido o por vergüenza pública. Y si no caen, tendrán que llegar las elecciones y, entre todos, haremos que caigan.