viernes, 23 de noviembre de 2007

Viernes negro

Aunque parezca mentira, el título no se refiere a mi estado de ánimo. El Viernes Negro es el día después de acción de gracias en Estados Unidos. Y que como tantas otras "tradiciones" estadounidenses, llegará a nuestro país y la convertiremos en algo propio. Podríamos traducir este Black Friday con la expresión "Se abre la veda de las compras navideñas". Hoy es el día en el que la gran manzana neoyorquina se llena de gente ávida de consumismo que asalta las tiendas de la quinta avenida.
Aquí también es así. Hoy es el día en el que las grandes superficies encienden las luces de Navidad, ponen el árbol, el belén (si es que hoy en día alguien pone el belén), las alfombras rojas y suenan los villancicos. Sí señores: ha llegado la Navidad, a pesar de que aún queda un mes y un par de días para esa "entrañable" fecha de "recogimiento familiar".
Tendré que hacer mi lista de regalos para la familia. Hay que adelantar las compras, no sea que lo dejemos todo para el último día y tengamos que hacer esas interminables colas en las cajas de los grandes almacenes.
Este año también he pensado en hacer yo misma los regalos de Navidad. Podría tejer una bufanda para mi padre, pintar un cuadro para el piso nuevo de mi hermano o regalarle una foto a mi madre con un marco "handmade" para que se acuerde de su hija pródiga. Aunque, pensándolo bien, ¡qué pereza!... supongo que acabaré haciendo esas interminables colas y comprando cualquier cosa a última hora con la que quedar bien.
Y es que... no me gusta la Navidad. Sí, me reafirmo en mis pensamientos. Odio la Navidad.
¿Por qué tenemos que ser felices precisamente en esta fecha del año? ¿Por qué tenemos que poner esa cara de poker con sonrisa cruzada? ¿Por qué responder que todo va bien cuando te preguntan tus primos lejanos?
La hipocresía. Esa es la respuesta.

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