domingo, 30 de noviembre de 2008

Silencio en India...

Lo he leído en El País... Por fin las bombas, los disparos, las llamas... han dejado paso al silencio en la ciudad de Bombay. Es el silencio de la vuelta a la normalidad, de la calma tras la tempestad. Un silencio que deja mucho daño a su paso. Tanto como 200 fallecidos y 300 heridos (al menos).
Dicen los medios de comunicación que todos los españoles han sido ya evacuados gracias a los dos aviones que ha fletado el gobierno de España. Pero no es así, ayer conocí a una persona que sigue allí. Es Emilio Biel, presidente de la ONG Infancia y Desarrollo.
Llegó a Bombay el día 21 de noviembre, con otros dos compañeros de la ONG, zaragozanos los tres. Tomando esta ciudad como cuartel central, cada día se embarcaban en un pequeño viaje hasta cualquier aldea remota para llevar ayuda y colaborar con una congregación religiosa zaragozana que trabaja en la provincia de Maharastra. El miércoles los atentados les pillaron allí, en Bombay, hacía unas horas habían estado tomando una cerveza en el Hotel Taj Mahal. Ayer me lo contaba por teléfono: el miedo, la sensación de no saber si te van a matar, pensar a cada segundo que es tu último segundo. Es una sensación a la que los occidentales del primer mundo no estamos acostumbrados.
Emilio me contaba que ese mismo día consiguieron salir de Bombay para ir a Shirpur, una ciudad cercana, a llevar dinero a las religiosas zaragozanas para comprar pupitres para el colegio. Siguieron con su labor humanitaria y, por eso, no pudieron coger los aviones que fletó el gobierno español. Emilio estaba indignado, a estas horas aún sigue en Bombay, esperando a que el martes su avión, un vuelo regular de Lufthansa, salga con normalidad y pueda volver a Zaragoza.
Emilio y sus compañeros lo arriesgaron todo para cumplir con su misión, para ayudar a los demás, poniengo en peligro su propia vida, permanenciendo en un país sumido en el caos. Ahora sólo espero que el martes pueda volver y todos sus amigos y familiares le puedan abrazar.

1 comentario:

Mme. Boulangère dijo...

Es increíble lo que es la vida. Una monina va allí con los empresarios a sacar partido de un país como India, con tanta riqueza y tanta pobreza, y se la llevan en volandas. Y otros, como este señor, que reúnen cuatro perrillas y cada año las llevan allí para garantizar que llegan, para hacer buenas obras y echar una mano permanecen allí sin importar mucho. Y a veces creemos que la historia avanza y que la democracia es real.